EL LECTOR
SIPNOSIS
En el breve instante en que aparté la vista; Hanna se fue… Después de marcharse Hanna de la ciudad, estuve un tiempo buscándola por todas partes, hasta que me acostumbré a que las tardes carecieran de forma, y hasta que pude ver un libro y abrirlo sin preguntarme si sería una buena lectura para Hanna
Michael
Berg tiene quince años. Un día, regresando a casa del colegio,
empieza a encontrarse mal y una mujer acude en su ayuda. La mujer se
llama Hanna y tiene treinta y seis años. Unas semanas después, el
muchacho, agradecido, le lleva a su casa un ramo de flores. Éste
será el principio de una relación erótica en la que, a ntes de
amarse, ella siempre le pide a Michael que le lea en voz alta
fragmentos de Schiller, Goethe, Tolstói, Dickens... El ritual se
repite durante varios meses, hasta que un día Hanna desaparece sin
dejar rastro. Siete años después, Michael, estudiante de Derecho,
acude al juicio contra cinco mujeres acusadas de criminales de guerra
nazis y de ser las responsables de la muerte de varias personas en el
campo de concentración del que eran guardianas. Una de las acusadas
es Hanna. Y Michael se debate entre los gratos recuerdos y la sed de
justicia, trata de comprender qué llevó a Hanna a cometer esas
atrocidades, trata de descubrir quién es en realidad la mujer a la
que amó... Bernhard Schlink ha escrito una deslumbrante novela sobre
el amor, el horro y la piedad; sobre las heridas abiertas de la
historia; sobre una generación de alemanes perseguida por un pasado
que no vivieron directamente, pero cuyas sombras se ciernen sobre
ellos.
SOBRE EL AUTOR
Bernhard
Schlink (6 de julio de 1944, Bielefeld, Alemania) es un escritor y
jurista alemán. En 1998 fue nombrado juez en la corte constitucional
del estado federal de Renania del Norte-Westfalia y es profesor de
historia de la ley en Universidad Humboldt, Berlín, desde enero de
2006.
Su
carrera como escritor comenzó con novelas policíacas teniendo como
protagonista a un personaje llamado Selb (juego de palabras con Yo
Mismo); su primera novela se llamó Auto-castigo. Otra de sus
novelas, El
nudo gordiano,
ganó el premio Glauser en 1989. En 1995 publicó El
lector
(Der
Vorleser),
una novela parcialmente autobiográfica sobre un adolescente que
tiene un romance con una mujer mayor que desaparece súbitamente y
luego se la reencuentra siendo estudiante de abogacía en un juicio a
los criminales de la segunda guerra mundial. El libro se convirtió
en un éxito de ventas en Alemania y fue traducido a 39 idiomas. La
primera edición española apareció en el año 1997.
LA CRÍTICA
La culpa colectiva irá disminuyendo
CITAS
"...lo que le interesa, sobre todo, a Bernhard Schlink es que su mensaje sea
lo más claro posible y nos llegue, y al hacerlo nos haga reflexionar sobre un
tema de máxima importancia, el holocausto, y la culpa, la vergüenza y otros
sentimientos ambivalentes que arrastran aún hoy los alemanes sobre su pasado
nazi, de ahí que el argumento, el lenguaje… sean sencillos para asegurarse
siempre de que sea así y la historia cale en todos nosotros."
Pocas novelas son tan queridas y al mismo tiempo tan criticadas como "El
lector". La historia de amor entre una ex guardia de un campo de
concentración y un joven estudiante de 15 años fue traducida a más de 50
idiomas y vendió más de un millón de ejemplares en todo el mundo.
Los personajes
están muy bien trazados, son muy complejos y hay grandes dosis de introspección
psicológica en ellos y en su caracterización. El personaje mejor creado es sin
duda Hanna por el que el protagonista siente una especie de amor-odio, seguido
del propio Michael. Y es que a Hanna, por un lado, se la está juzgando por ser
una criminal de guerra, pero, por otro, también es una pobre mujer víctima de
sus circunstancias personales y de un hecho clave y decisivo en la historia: su
analfabetismo
ENTREVISTA: BERNHARD SCHLINK | LAS LETRAS ALEMANAS HOY
La culpa colectiva irá disminuyendo
En las
últimas décadas, sólo tres novelas alemanas han sido éxitos mundiales: El tambor de hojalata, de Günter Grass; El perfume, de Patrick Süskind, y El lector, de Bernhard Schlink. Este último, de
57 años, es un catedrático de Derecho de las universidades Humboldt en Berlín y
Yeshiva en Nueva York. Su debú literario fue a los 43 años. El lector, una breve novela sobre un joven alemán
que en los años cincuenta se enamora de una antigua guardiana del campo de
concentración, se editó en 1995. En 2000, Schlink confirmó su talento con los
cuentos de Amores en fuga.
RESPUESTA. Sí, estoy en la afortunada posición de poder dar
este paso. Me divierto tanto a la hora de escribir que quiero dedicarme
completamente a ello.
P. ¿Cómo ha influido su formación jurídica en su obra?
R. No lo sé. Sospecho que hay nociones de claridad,
precisión e inteligibilidad, de las que me he apropiado al escribir textos
jurídicos, y que luego me han acompañado también en la literatura. La escritura
críptica no me interesa.
CITAS
Sobre su rostro de entonces se han
ido depositando en mi imaginación sus rostros ulteriores. Cuando la evoco tal
como era entonces, la veo sin rostro. Tengo que reconstruírselo (…). Sé que me
pareció hermosa. Pero no consigo evocar su hermosura.
La mirada de Hanna lo registraba todo. Paseaba la mirada por las estanterías de libros que colmaban las paredes. Luego pasó lentamente el dedo índice de la mano derecha, a la altura de su pecho, por los lomos de los libros, pasó a la estantería siguiente, pasó el dedo otra vez, lomo tras lomo, y así recorrió toda la habitación. Al llegar a la ventana se detuvo y se quedó contemplando la oscuridad, el reflejo de las estanterías y su propia imagen reflejada en el cristal…
La mirada de Hanna lo registraba todo. Paseaba la mirada por las estanterías de libros que colmaban las paredes. Luego pasó lentamente el dedo índice de la mano derecha, a la altura de su pecho, por los lomos de los libros, pasó a la estantería siguiente, pasó el dedo otra vez, lomo tras lomo, y así recorrió toda la habitación. Al llegar a la ventana se detuvo y se quedó contemplando la oscuridad, el reflejo de las estanterías y su propia imagen reflejada en el cristal…
En el breve instante en que aparté la vista; Hanna se fue… Después de marcharse Hanna de la ciudad, estuve un tiempo buscándola por todas partes, hasta que me acostumbré a que las tardes carecieran de forma, y hasta que pude ver un libro y abrirlo sin preguntarme si sería una buena lectura para Hanna
UNA PERSPECTIVA HISTÓRICO-SOCIOLÓGICA DEL HOLOCAUSTO EN LA NOVELA ALEMANA ACTUAL
HIPÓCRITA LECTOR
ALGUNOS ASPECTOS PSICODINÁMICOS DE LOS PERSONAJES DE LA NOVELA.
Desde el punto de vista de la Ética plantea temas ya muy
tratados, por ejemplo ¿es culpable la sociedad alemana de los crímenes de
guerra? ¿Hanna hizo lo que tenía que hacer? ¿Podía negarse acaso?
¿Dónde está el límite entre la obligación laboral, derivada del puesto que se
ocupa y la ética personal, el límite entre el bien y el mal? ¿Es tan fácil
condenar? ¿Se puede perdonar por amor? ¿Hasta qué punto el sentimiento de vergüenza
puede pesar tanto en la vida de una persona?
EL LECTOR, TEMAS DE TRABAJO
LA PELÍCULA
NUESTRA TERTULIA
UNA
CONFESIÓN
¿Con
qué intención nace esta obra? ¿Por qué decide Michel Berg hacer
público su secreto? ¿La novela como expiación del doble
sentimiento de culpa: individual, por haber amado y abandonado a su
amor, y colectiva por formar parte de una sociedad responsable del
genocidio?
EL
yo narrativo queda justificado por la intención de la novela, al
tiempo que condiciona su estructrura : ldistintos ritmos narrativos
y diferentes intenciones y estilos.Es un yo intencionado que cuenta
su historia desde la madurez personal y literaria, pues reconoce que
escribe la versión que él considera verdadera, o que debe serlo,
pues las otras no las ha llegado a escribir, es decir es la novela la
que da credibilidad a la historia, es la escritura la que hace
inmortal
a Hanna
y
al narrador Michael Berg
El
lector se estructura en tres partes: la primera recoge el
enamoraminto de los protagonistas. El tono es delicado y emotivo,el
lenguaje sensorial, abundandan las descripciones de Hanna, de sus
encuentros.Destaca sobre todo varios cuadros que desde el pasado le
evocan a Hanna: Hanna poniéndose las medias, en el baño, enl a
bibliteca de su padre... al terminar esta parte estos momentos
aparcen de nuevo recogidos, de forma que el lector se queda con la
imagen de una Hanna delicada, sensible...
En
esta parte abunda la simobología.- la lectura en voz alta – la
civilización, la comunicación- el baño el final la inmersion en
la madurez-el amor: la unión : casi un proceso místico: vía
purgativa, iluminativa y unitiva; el ritual es un viaje iniciático
para los amantes, como lo es el viaje a …....
Aparece
el primer sentimiento de culpa, abandono de Hanna: la novela como
confesión, co mo expiación de los sentimentos
En
la segunda partre asistimos al descubrimiento del bárbaro de
Hanna: el analfabetismo. Surge la Hanna impasible, impertérrita. El
lenguaje se vuelve seco, las descripiciones son crudas, no se dirigen
a los sentidos, sino a despertar la conciencia de lector. Barberie
frente a civilización. Las dos caras de Hanna, ¿El dios Jano? ¿Será
simbólico el nombre de Hanna.
En
esta parte surge el otro tema de la novela, la expiación de la
culpa colectiva de los por el genocidio, su pecado original. Al
tiempo que el narrador intentar justificar su silencio, por respeto,
por cobardía?
He
aquí un fragmento de las Benévolas de Jonathan Little, una
reflexión sobre la culpa colectiva del genocidio
…según Marx, el obrero está alienado en lo referido al producto de su trabajo, en el
genocidio o en la guerra total en su forma moderna, el ejecutante está alienado
respecto al producto de su acción...otro ejemplo, sacado de la abundante literatura histórica más que de
mi experiencia personal: el del programa de exterminación de los inválidos y
los enfermos mentales, llamado "Eutanasis" o "T-4", que se
creó dos años antes que el programa "Solución final". En ese
programa, a los enfermos, seleccionados mediante disposiciones legales, los
recibían en un edificio unas enfermeras profesionales que registraban la
entrada y los desnudaban; unos médicos los examinaban y los llevaban a un
cuarto cerrado; un operario abría el gas; otros, limpiaban; un policía extendía
el certificado de defunción. Cuando, después de la guerra, interrogaron a esas
personas, todas dijeron: "¿Culpable yo?". La enfermera no mató a
nadie, se limitó a desnudar y a tranquilizar a unos enfermos, gestos habituales
en su profesión. El médico tampoco mató a nadie; sencillamente confirmó un
diagnóstico, ateniéndose a criterios fijados por otras instancias. El peón que
abre la llave del gas, esa persona que es, pues, la que se halla más próxima en
el tiempo y en el espacio al asesinato, realiza una operación técnica bajo el
control de sus superiores y de los médicos. Los obreros que vacían el cuarto
realizan una indispensable tarea de saneamiento, y muy repugnante además. El
policía sigue el procedimiento reglamentario, que es dejar constancia de un
fallecimiento y de que ha sucedido sin vulnerar las leyes vigentes. ¿Quién es
culpable, pues? ¿Todos o nadie?
Las Benévolas. Jonathan Little. Cap. I pag 26-27
Mª Vega de la Peña
Fotografía: Pablo de la Peña
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