OPINIONES DE UN PAYASO
SIPNOSIS
A través de la irónica, inconformista, y a la vez
conmovedora historia de "su payaso", Böll quiso devolver al
catolicismo la conciencia de su espiritualidad y de sus deberes con las
personas y sus humildes y patéticas pasiones individuales. Humor y ternura
convierten estas páginas en el magistral retrato de una sociedad hipócrita y
materialista, en una crítica feroz capaz de sobrecoger al admirado lector. No
en vano ha sido éste uno de los mayores best-sellers de la literatura alemana
de posguerra; no en vano es, hoy en día, un clásico imprescindible.
SOBRE EL AUTOR
(Colonia, 1917 - Langenbroich, 1985) Escritor alemán, premio
Nobel de Literatura en 1972. Hijo de un escultor, terminada la escuela inició
su aprendizaje como librero. En 1938-1939 tuvo que prestar el servicio de
trabajo. Concluido éste, comenzó a asistir a la universidad, pero en el verano
de 1939 entró en el ejército hasta el final de la guerra y estuvo prisionero en
un campo estadounidense en el este de Francia....
Böll expresó en su obra narrativa el desasosiego que le
produce una sociedad marcada por la incomprensión y fanatizada por el peso de
las ideologías y los presupuestos morales. Frente a ella, se yerguen los
protagonistas de sus novelas: seres siempre desvalidos, a quienes esa sociedad
aplasta de una manera tan cruel como arbitraria, en nombre de principios
abstractos que se convierten en algo inhumano y carente de sentido. La
aplicación de estos principios constituye para ellos una singular versión del
destino que aciertan a percibir, pero no a comprender.Las doctrinas políticas,
la religión, la opinión pública, las reglas externas de moralidad, se
transforman en manos de la masa en armas que destruyen a las criaturas
sencillas. Böll aboga por la solidaridad entre los seres humanos, por la
autenticidad de las relaciones más allá de toda norma positiva. Así entiende él
la religión católica que profesa, cosa que no le impide criticar lo que de
excluyente puedan tener determinadas actitudes de los católicos. Pero la
denuncia que plantea alcanza también a toda una sociedad cómplice del nazismo
que se oculta vergonzosamente tras aparatosas manifestaciones de civismo. Un
mundo obsesionado por el poder, la eficacia o el dinero, que olvida los
aspectos verdaderamente esenciales del ser humano
LA CRÍTICA
¿Puede
un creyente ajustar enteramente su vida, tanto en lo esencial como en lo
accesorio, a los preceptos evangélicos o es inevitable que viva escindido entre
su comportamiento y sus creencias? Maquiavelo revolucionó la filosofía política
occidental cuando, formulando esta pregunta para el «príncipe» católico,
respondió que si éste intentaba gobernar en rigurosa concordancia con los
principios de la religión, se condenaba al fracaso, pues el poder antes que una
moral es una praxis, un arte que exige continuas transacciones con el engaño y
la mentira para ser exitoso. Maquiavelo no era un cínico sino un frío observador
de la política y el primer pensador europeo en reflexionar con total lucidez
sobre lo que ella es casi siempre, por debajo de los grandes principios, los
grandiosos designios, los nobles ideales y los altruistas sentimientos que
exhiben en público quienes la practican: manipulación, intrigas, defensa de
intereses mezquinos, puro cálculo. Lo escandaloso en el autor de El Príncipe no
era su moral sino su realismo, la lastimosa conclusión a la que había llegado,
después de media vida dedicada al servicio de la Señoría florentina, sobre la
total incompatibilidad entre una moral cristiana estricta y una política
eficaz. Heinrich Böll parece haber vivido desgarrado por un dilema semejante,
no en lo que concierne a los príncipes, sino a los cristianos humildes,
aquellos sin cara y sin nombre, los del montón: ¿es posible, en ellos, una
coherencia mayor entre la teoría y la práctica que la que caracteriza a quienes
mandan? ...
LA VOZ QUE SALIÓ DE LOS ESCOMBROS
“Cuando volvimos a ver Colonia, lloramos”. Heinrich Böll
describía así en uno de sus ensayos la sensación que les sobrecogió a él y a su
familia, y seguramente también a la totalidad de aquellos en su misma
situación, cuando a finales de 1945 regresaron a una ciudad inexistente,
completamente destruida por las bombas, arrasada, desolada. Böll tenía entonces
28 años y era uno de los pocos supervivientes de la devastación del conflicto
bélico, aproximadamente unos 400.000, del que había sido uno de los núcleos
urbanos más importantes del país. Colonia era su casa, la ciudad en la que
había nacido el 21 de diciembre de 1917, y en la que había vivido hasta
entonces los años felices de su infancia, la bancarrota de su familia y el
terror de la políticas nacionalsocialistas. Tras haberse visto obligado a
alistarse en el ejército, ser parte activa de los combates en los frentes del
este y el oeste y haber estado incluso en prisión, regresaba ahora a una ciudad
de escombros, fantasmagórica, destruida en su práctica totalidad, que habría de
vivir los sinsabores de la reconstrucción y de todas las conmociones que
experimentaría en su seno la Alemania de posguerra.
IMPRESIONES; OPINIONES DE UN PAYASO
ALGUNAS FRASES
Soy un payaso, de profesión designada oficialmente como
"cómico", no afiliado a ninguna Iglesia, de veintisiete años de edad,
y uno de mis números se titula: la partida y la llegada, una larga (casi
demasiado) pantomima, en la cual el espectador acaba confundiendo la llegada
con la partida
Yo creo que los vivos están muertos, y los muertos viven,
pero no como lo creen los protestantes y los católicos.
El sueño es algo así como una fiesta, una sublime afinidad
entre el hombre y los animales, pero lo festivo del día de fiesta es el vivirlo
conscientemente.
¿Y los ateos?", seguía riéndose. "Me aburren
porque siempre hablan de Dios".
Un farsante así ni siquiera necesita mentir para quedar
siempre bien.
Mª Vega de la Peña
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