EL verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
SOBRE LA AUTORA
Hija única de un periodista y de la
correctora de un periódico, ya en la universidad empezó a colaborar con
diversos medios en calidad de traductora, correctora y reportera, mientras
realizaba sus estudios de Periodismo y Comunicación. Se dio a conocer en 1995,
cuando comenzó a publicar la columna «Historias verdaderas» en el periódico
Flux, uno de los diarios más importantes en lengua rumana. En 2007 abandonó el
periodismo para dedicarse por entero a la escritura, y al año siguiente se mudó
a París. El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes (2016; Impedimenta
2019), su primera novela, impactó tanto a la crítica como a los lectores de
Rumanía. Se ha traducido a varios idiomas, se ha convertido en un auténtico
fenómeno literario, con adaptaciones para el teatro, y ha cosechado importantes
reconocimientos en nuestro país, como el Premio Cálamo Libro del Año 2019, el
Premio Las Librerías Recomiendan 2020 y el Premio Novela Europea Casino de
Santiago 2020. Su segunda novela, El jardín de vidrio (2018; Impedimenta 2021),
se alzó con el Premio de Literatura de la Unión Europea en 2019. Tatiana
Tîbuleac vive y trabaja actualmente en París.
Tatiana Tibuleac, la exitosa
autora moldava que no sabe escribir de amor
Un odio que se transformará gradualmente en dependencia y en una especie de amor disfuncional, cuando la madre le confiese que una enfermedad se la va a llevar por delante y que es el último verano que pasarán juntos.
Por
eso, explica la escritora, también es una novela de reconciliación y del
perdón, de cómo intentar arreglar las cosas, aunque sea en el último momento.
La
crítica ha destacado también la poesía que destila el estilo descarnado de esta
autora, algo que asegura, desconocía saber hacer: «Dejo a los críticos la tarea
de clasificar mi estilo. Solo me preocupo por escribir y no del género
literario. Aunque siempre persigo que las imágenes que describo provoquen una
reacción emocional», dice.
A
los que aseguran que el odio que desprende el principio de la novela es
exagerado les explica que piensan eso porque no lo han vivido en su propia piel
y señala que sus libros tienen que ver con el hecho de haber sido periodista y
haber informado durante años de asuntos sociales visitando lugares, como los
orfanatos, «que nadie querría conocer».
«Todo
el mundo cree que la novela esta relacionada de alguna forma con mi relación
con mi madre y no lo es, en absoluto. De hecho, no tengo claro la razón por la
que lo escribí; es un libro que sucedió, que tuvo lugar».
Y
recuerda cómo lo escribió en dos meses, sin volver a revisar el texto: «Me
sentaba por la mañana, sin moverme, sin comer, como si estuviera abducida».
Aunque
sí cree que el libro tiene algo que ver con el hecho de cómo, al tener hijos,
se preguntaba continuamente si era una buena madre. Y con el hecho de que en su
país, la figura de la madre «es como una especie de icono religioso y no se
puede hablar mal de ella, aunque sea mala».
La
autora cree que la falta de amor se hereda de una generación a otra, aunque
sostiene que la situación «se puede reparar».
Por
eso usa el odio al principio de su novela «para poner al lector a prueba y ver
si supera el ‘shock’ de las primeras páginas», indica la escritora, que explica
que la madre «no ha sido amada, no ha cumplido sus sueños», y al perder a una
hija se sume en una situación insostenible.
«Cuando
una familia sufre una pérdida, generalmente no se consigue reaccionar en grupo
y, a pesar de que el dolor debería ser un sentimiento que uniera a la gente,
suele ser el que la separa», dice Tibuleac.
Dubravka Ugresic y Tatiana Tibuleac – «El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes», de Tatiana Tibuleac
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