Un niño traumatizado por la
desaparición de su cordero empieza a comer lana, que vomita en forma de bolas;
un ama de cría sueña con emigrar a América mientras mantiene la leche
utilizando a un perrito; a un marqués le proporcionan dentaduras postizas de dudosa
procedencia; a un niño le extirpan las amígdalas, que acaban convertidas en
trofeo; un náufrago logra sobrevivir gracias a un secreto inconfesable; una
anciana toma una decisión inaudita tras la muerte de su marido; un oficinista
selecciona por catálogo a una novia que al final resulta no ser la mujer con la
que soñaba... Estos son algunos de los estrafalarios protagonistas de los
jugosos cuentos reunidos en este volumen.
Moviéndose entre lo macabro y
lo irónico, entre la fábula y el esperpento, el realismo más crudo y la
fantasía más desaforada, estas historias son una excelente muestra del
particular, inimitable y estimulante universo literario de Cristina
Sánchez-Andrade. En ellas asoman la Galicia rural, la España profunda, los
escenarios de sainete, los personajes estrambóticos y las situaciones
imposibles. Aparecen la muerte, el sexo, la codicia, las ensoñaciones, los
engaños y los desengaños, pero también algún que otro crimen, toques grotescos,
pinceladas macabras y un humor peculiarísimo, descacharrante y a veces
perturbador.
SOBRE LA AUTORA
Cristina Sánchez-Andrade es escritora, crítica literaria y traductora. Licenciada en Ciencias de la Información y en Derecho, es natural de Santiago de Compostela. Actualmente vive en Madrid, en donde compagina su labor como novelista con la docencia universitaria y con colaboraciones en distintos medios, entre ellos La Voz de Galicia y El País. En Anagrama ha publicado Ya no pisa la tierra tu rey (Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2004); Las Inviernas, Alguien bajo los párpados el libro de cuentos El niño que comía lana, galardonado con el XVII Premio Setenil al mejor libro de relato y La nostalgia de la mujer anfibio obra ha sido traducida al inglés, portugués, italiano, polaco y ruso.
Además ha escrito Fámulas, publicada en nuevos cuadernos. Anagrama.
LA CRÍTICA
COMO SE VE EN EL relato que titula el libro
lo sobresaliente del ámbito ancestral que su autora presenta tiñe de miseria y
tristeza la cercanía natural entre el mundo de los hombres-mujeres y el de los
animales, también, como en ese cuento, el de los niños protagonistas de varios
de ellos. Hay un naturalismo de raíz, perceptible en las creencias de la
brujería o hechizos y que han dado figuras como la indigente con seis dedos de
«Puriña»,postergada como rareza entre criados y señores del pazo, que si bien
posee ambientación ruralista, la autora lo lleva a preguntas fundamentales
sobre la condición humana, muy poco complacientes, en especial la mirada sobre la naturaleza del
dolor vinculada al hambre y la postergación. Con bastante frecuencia se ha
servido del humor, y en algún caso, como en «Enterrada», el feminismo de la
liberalidad crea una historia de manera festiva, pero en otros sobresale el
tono amargo y macabro de situaciones límite, como ese matrimonio de ancianos de
«Melocotón en almíbar», a quienes finalmente encierran en una residencia, pero
cuyo armario ha escondido la realidad enfermiza del síndrome de Diógenes.
LA POBREZA IGUAL SIRVE, ASÍ EN «MATILDE», para encontrar un tono casi lírico como para el tremendismo excesivo desarrollado en «Hambre». En alguno, como en «Lolita M. Parker», el humor predomina aplicado a las ensoñaciones sentimentales de la cita esperada. Algunos de estos cuentos habrían agradecido mayor contención, especialmente cuando ha transitado por la desmesura, pero el lector recordará otros, los mejores, donde lo macabro y lo estrambótico de las situaciones al quedar lejos de cualquier realismo, resultan más elocuentes para su significación simbólica
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