LA ESCAPADA

 

SIPNOSIS
El encuentro casual con un antiguo compañero de universidad sirve de excusa alnarrador para recordar viejos tiempos y ponerse al día con Foneto.Y descubre que, en lugar de la brillante carrera que éste podría haber tenido, terminó por refugiarse en el quiosco que heredó de su tío. A lo largo de una mañana, el  narrador tendrá ocasión de descubrir el vacío monótono de sus días y las tres relaciones fugaces y fallidas con las únicas mujeres que pasaron por su vida. La última de ellas se remonta a los estertores del franquismo, durante la huida de una carga de los grises.

planetalibros

SOBRE EL AUTOR


Ensayo / narrativa. Sería muy sencillo dividir la obra del gran escritor extremeño Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, Cáceres, 1950) en dos partes claramente diferenciadas, de donde saldrían las dos caras a las que alude el título de este comentario, la parte creadora, la del narrador o novelista, y la del crítico o ensayista, casi por completo dedicada a comentar la obra de su gran maestro, Rafael Sánchez Ferlosio. Pero lo cierto es que, a imagen de este maestro, y convicto y confeso, Gonzalo Hidalgo Bayal -que también es poeta, no se olvide- ha descubierto una singular manera de verter sus propios "pecios" -no los de su gran maestro- de otra manera distinta, aunque no del todo diferente, ya que ha descubierto en la electrónica un modo personal de volcar su escritura, y se ha dedicado, a diferencia de su maestro, que no lo ha utilizado nunca, a escribir en el ordenador un interminable blog en el que vierte todo lo que se le ocurre, poniéndolo así a disposición de todos, de manera gratuita y universal.

LA CRÍTICA

VIDA Y DESTINO

ANA RODRÍGUEZ FISCHER

Si hay un rasgo que no suele defraudarme en las obras de Gonzalo Hidalgo Bayal (sean novelas o cuentos), es la figura del narrador. Además de artífice explícito y declarado del relato, a menudo es también un personaje con mayor o menor protagonismo, e incluso en ocasiones puede ser reflejo o duplicado de otro narrador, una especie de director de orquesta que da entrada a nuevas voces y aun se permite filtrar la recepción del discurso, pues a menudo los interlocutores forman también parte del cuadro…

Esta diferencia marca la deriva del relato y obliga al narrador a formularse y responder a más de una pregunta, ante las dudas y dilemas que se le presentan al evocar y escribir dicho encuentro, algunos meses después. Lo que da pie a una reflexión muy interesante sobre la novela, y especialmente sobre la construcción del personaje y, desde luego, sobre las atribuciones del narrador…Toda La escapada está impregnada de literatura —y aun de puntillosas digresiones filológicas, de no fácil digestión—, muy en consonancia con el perfil del narrador y con la historia evocada: las aventuras y tribulaciones de un grupo de amigos universitarios en el Madrid de los años setenta. Lectores documentados encontrarán sin duda un valor (y un gozo) añadido en el plural abanico de guiños y referencias “librescas” que entretejen el relato, así como en la radiografía social y política, rescatada desde una oxigenante distancia, gracias al humor y la ironía, de inequívoca estirpe cervantina. Es casi innecesario señalarla también en la estructura y el entramado de la novela, con esta pareja de personajes tan contrastados entre sí, y su errabundo ocio.

 
Por Concha D’Olhaberriague

...el largo monólogo en primera persona que adopta la novela trasciende con mucho la trama y la ficción. Novela intelectual, búsqueda y aventura del conocimiento como todas las de Hidalgo Bayal, divagación sobre la amistad, La escapada tiene asimismo hallazgos extraordinarios de lo que podríamos llamar filosofía callejera. Así el comentario a la pintada del metro que reza: “Te echo de menos” o la fina reflexión sobre el pudor que sigue al pasaje: “Nos llegó en esto una frase de la conversación que mantenía una pareja en la mesa de al lado. Yo no tengo a nadie, dijo el hombre, pero tú solo me tienes a mí, palabras que nos dejaron mudos y avergonzados” (p.67).La escapada es, además, una novela que celebra gozosamente a nuestros clásicos y en especial a algunos de los escritores que han nutrido la prosa y el mundo intelectual y afectivo de Gonzalo Hidalgo: Cervantes, Fray Luis, Calderón, Poe, Kafka, Borges, Sánchez Ferlosio y sobre todo Faulkner, de quien, además del título, hay una larga cita al comienzo y un comentario sustancioso de Mientras agonizo.Al igual que Cervantes en el Quijote y el Persiles, Gonzalo Hidalgo entrevera en su hermosa novela minuciosas meditaciones críticas acerca de aspectos cruciales de la génesis literaria ( de la suya, hay que precisar) tales como el surgimiento de un personaje, al que me referí antes, la conveniencia o no de que el argumento sustente la novela (p.55), el lugar menor que ha de ocupar el narrador cuando, como en esta novela, es personaje (p.66), los intríngulis de la memoria (p.28) o la desaparición del héroe en la novela moderna (p.109 ). De esta forma el autor hace a los lectores partícipes de ciertos principios de su poética.En pocos escritores contemporáneos, salvo quizá en Ferlosio, encontramos la pericia de Hidalgo Bayal para integrar en la narración expresiones de tipo tradicional tales como “Uno piensa el bayo y otro el que lo ensilla”, refrán con el que Foneto desarma la sorpresa de su amigo ante lo que le cuenta y que es por añadidura una de las citas que encabezan la novela.La escapada es, en fin, una obra espléndida, densa y amena, rica en sugerencias, melancólica, divertida a ratos, enjundiosa y magníficamente escrita, como todas las de Gonzalo Hidalgo. Los lectores devotos del escritor disfrutarán doblemente al reconocer de forma inequívoca en Foneto a un personaje de la familia bayaliana emparentado con H. Travel, el interventor o Nemo.

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ENTREVISTA

"Me excedo en lo intelectual y me reprimo en lo sentimental"

ANDRES SEOANE

Una conversación con Gonzalo Hidalgo Bayal (Higuera de Albalat, Cáceres, 1950) está llena de profundos posos, de silencios meditativos y de valiosos hallazgos. Definido en su día como escritor oculto, su única meta al escribir, es precisamente eso, escribir, y hacerlo sin mirar el reloj o el calendario, algo que puede resultar raro en el mundo editorial actual. También su prosa, extremadamente culta, pulida y cadenciosa, como de otra época, le ha encajado en la categoría de escritor minoritario...

P¿De dónde nace esta mirada al pasado que conforma La escapada?

R. A veces un suceso del presente, en este caso el encuentro casual de dos antiguos amigos, permite evocar, recuperar y analizar el pasado. El reencuentro es el detonante...

P. ¿La nostalgia del libro nace de una mirada descorazonadora hacia el presente?

R. Hacia el presente singular de los personajes seguramente sí: esto íbamos a ser y esto, en cambio, hemos sido...

P. La novela tiene mucho de lo que pudo haber sido y no fue, ¿hay una reclamación de mayor atención a su carrera literaria?

R. Yo me atrevería a decir que no, rotundamente: que no reclamo nada. A mí me bastaba con escribir sin prisa y con publicar en una editorial extremeña y entusiasta, como "Los libros del oeste". El resto ha venido por añadidura.

 P. La novela está llena de referencias al Madrid lector, ¿cuánto hay de usted, de sus gustos literarios y costumbres?

R. Dejando claro primero que es una novela, que es ficción, no autoficción, diría que casi todo, bien por acción bien por omisión.

 P. Los escritores suelen rehuir el concepto de inspiración para primar el de trabajo, pero usted se confiesa un escritor del genitum ferlosiano. ¿De dónde nace esa inspiración?

R. Siempre me han gustado los conceptos ferlosianos de genitum y factum, la inspiración frente a la elaboración. Por mi parte, al menos hasta ahora, nunca me he forzado a escribir una novela, siempre he partido de una ocurrencia repentina, de un detalle que daba sentido y cohesión a ideas en ciernes, a episodios dispersos. Por ejemplo: el detalle fundacional de La escapada fue encontrar en San Ginés una edición de 1963 de Los rateros de Faulkner. A partir de ahí suelo avanzar a ciegas, con más intuición que técnica.

P. Afirma que en su escritura late la voluntad de compensar lo sentimental y lo intelectual con sentido del humor. ¿Están en equilibrio en esta novela ambas vertientes?

R. Sí. Para evitar la cursilería y la pedantería, respectivamente. No sé si lo consigo. A veces pienso que me excedo en lo intelectual y que me reprimo en lo sentimental. Y me fastidia un poco, porque lo sentimental es más narrativo. Todo sea por no caer en melodramas.

P. También se le achaca una prosa demasiado culta y difícil, ¿cómo la concibe usted?

R. Como suele decirse, en literatura, una verdad no niega la contraria (si es que puede hablarse de Verdad). En cualquier caso me gusta pensar que aspiro a una prosa de cierta intensidad poética y esa cualidad se aprende más en los libros que en el habla. No me atrae la prosa literaria meramente informativa, tampoco la coloquial.

 P. ¿Cómo mantiene esa escritura estética el equilibrio entre forma y fondo?

R. A veces me pregunto si en realidad se produce ese equilibrio, si la estilística no será una forma de encubrir o camuflar la insuficiencia del contenido o la propia ignorancia. Pero lo cierto es que hasta que no considero aceptable el sonido de la prosa, el ritmo, la sintaxis, no me parece que el texto esté acabado.

 P. Kafkiana, faulkneriana, beckettiana, ferlosiana… Muchas son las etiquetas para su escritura, pero ¿de dónde bebe?

R. No sé si sigo bebiendo todavía. Pero a veces se me olvida decir que tengo una deuda grande y antigua con la prosa de Juan Ramón Jiménez: La corriente infinita, Españoles de tres mundos, etcétera.

 P. En este sentido, ¿qué encuentra de su interés en la literatura española actual?

R. Habría que decidir dónde acaba la juventud. He leído muy buenos libros de autores nacidos en la década de los setenta y de los ochenta. Tal vez hablen de un mundo que ya no es el mío o que no lo ha sido nunca, pero lo hacen con solvencia literaria e intelectual. Así aprendo...

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