SELECCIÓN DE POEMAS DE CLAUDIO RODRÍGUEZ




CLAUDIO RODRÍGUEZ


Claudio Rodríguez García nació en Zamora el 30 de enero de 1934. Era hijo de María García Moraleja y de Claudio Rodríguez Diego. En 1939 nació su hermano Javier y en 1945, las gemelas Marisa y Maricarmen. Desde los cinco años pasaba largas temporadas en la finca de su abuela materna en contacto con la naturaleza y las labores del campo.Estudia el bachillerato en el Instituto Claudio Moyano. El 23 de marzo de 1947 murió su padre y su vida dio un giro decisivo al quedar la familia en la ruina.  Claudio tuvo que dedicarse a la administración de las fincas en el campo y tratar con jornaleros. Se hizo ayudante de un profesor de latín y francés.Publicó Nana de la Virgen María en el Correo de Zamora, en 1949.En 1951, se trasladó a Madrid para estudiar Filología Románica con una beca. A los dieciocho años ganó el premio Adonais por Don de la ebriedad, libro que impresionó a Vicente Aleixandre con el que mantendría una profunda amistad. Empezo a estudiar Derecho en Salamanca por imposición familiar pero lo dejó.En 1953 conoció a Clara Miranda, la que sería su compañera toda su vida.Se licenció Filología Románica en 1957. Al año siguiente salió publicado Conjuros y pudo viajar a Inglaterra gracias a la ayuda de Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre, Alló trabajó como lector de español en Nottingham entre 1958 y 1960.El 23 de julio de 1959 se casó con Clara Miranda. Vivieron en  Cambridge desde 1960 a 1964.Su poesía fue incluida en la Antología de Francisco Brines junto con los que serán después considerados los poetas pertenecientes a la llamada generación del 50: Eladio Cabañero, Ángel González, José Ángel Valente y Carlos Sahagún,En Inglaterra escribió otra de sus obras capitales Alianza y condena, Premio de la Crítica 1965.Regresó a Madrid, donde se dedicó a  la enseñanza universitaria. El 31 de julio de 1974 murió asesinada en Madrid su hermana María del Carmen.


SELECCIÓN DE POEMAS






ESTUDIO DE SU OBRA
(Basado en Guía de lectura de Claudio Rodríguez. Luis M. García JAmbrina y Luis Ramos Torres)

Claudio Rodríguez nace en Zamora el 30 de enero de 1934. Dos rasgos definen su personalidad: su pasión por los niños, sus juegos, sus canciones infantiles, y su carácter andariego y callejero: son famoso sus paseos por las orillas del Duero y sus andanzas por los campos de Castilla.

AL RUIDO DEL DUERO

Y como yo veía
que era tan popular entre las calles
pasé el puente y, adiós, dejé atrás todo.
Pero hasta aquí me llega, quitádmelo, estoy siempre
oyendo el ruido aquel y subo y subo,
ando de pueblo en pueblo, pongo el oído
al vuelo del pardal, al sol, al aire,
yo qué sé, al cielo, al pecho de las mozas
y siempre el mismo son, igual mudanza.
¿Qué sitio éste sin tregua? ¿Qué hueste, qué altas lides
entran a saco en mi alma a todas horas,
rinden la torre de la enseña blanca,
abren aquel portillo, el silencioso,
el nunca falso? Y eres
tú, música del río, aliento mío hondo,
llaneza y voz y pulso de mis hombres...

En su formación literaria están sobre todo los místicos del Renacimiento: San Juan, Santa Teresa, de ellos toma el placer por la contemplación “que a veces se puede producirse mientras se camina”. Baudelaire, Verlaine y Rimbaud también influyen en su poesía, especialmente Rimbaud, ambos son poetas contemplativos y andariegos.
Antes de escribir su primer libro, hace “ejercicios para piano”, así los llama, que le sirven para adquirir el don de la palabra y el ritmo de la poesía. En 1951 publica su primer libro “Don de la Ebriedad”, Premio Adonais 1953, año el que conoce a eterna compañera Clara Miranda

Sabe que en cada flujo, en cada ola
hay un impulso mío hacia ti. Sabe
que tú me resucitas, como el ave
resucita a la rama en que se inmola.

Si tú supieras cómo no estás sola
cómo te abrazo, lejos, cuanto cabe.
Pon el oído para que se lave,
mi corazón como una caracola.

Y oirás, no el mar, sino la tierra mía
hecha con el espacio más abierto.
Y oirás su voz, mi voz que yo quisiera

meterte por el alma cada día,
clara como tu nombre, al descubierto
como este mar de amor mío que espera.


Pronto estrecha relación con Vicente Aleixandre, admiración que se reflejará en distinto momentos de su poesía

I DON DE LA EBRIEDAD

Don de la Ebriedad es un único poema organizado en tres secciones, que forman una estructura casi geométrica, como él ha declarado “es un solo poema arbitrariamente dividido en fragmentos”. Tiene una estructura circular que refleja su experiencia poética que consiste en la contemplación del mundo mientras camina. De esta contemplación recibe la inspiración o ebriedad que da lugar a la creación poética que supone un acto de entrega, un perderse entre las cosas, una forma de comunión con el mundo, que supone la anulación de la dimensión del tiempo

LIBRO PRIMERO
I
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

Este primer canto presenta al poeta ya a las cosas en espera de que la claridad inspiración del poeta), le de forma, los cree a través de la poesía (don). El sujeto lírico habla del acto creador, en el que el poeta se entrega, se funde con las cosas, se pierde en ellas. Así entiende Claudio Rodríguez el acto creador por un lado “lleva a perderse entre las cosas” y, por otro, a hacerse eterno en ellas. Es un doble proceso, el perderse implica una pérdida de la personalidad, de la identidad del yo lírico, y por otro, al entregarse, se diluye, se salva y alcanza la eternidad.

 II CONJUROS

…Por el tono exclamativo. El conjurar es pedir cosas exclamando. Entonces estaba en una fase de mi poesía y de mi vida en la que me atraía la exclamación, la exaltación (…) es el acto de exclamar, pedir, suplicar a voces, no a susurros. Es un libor escrito como un conjuro exclamativo

Claudio Rodríguez acaba de recibir el Premio Adonis, traba amistad con Blas de Otero, con el recorre barrios y tabernas del Duero. En 1958 publica su segundo libro Conjuros y ese mismo año se marcha de lector a Nottingham (Inglaterra) donde estudiará a los poetas y filósofos ingleses.
Los poemas de Conjuros están escritos entre Zamora y Madrid, entre el campo y la ciudad… por un lado continua el tono exclamativo de Don de la Ebriedad, por otro aparece una sombra, la conciencia del paso del tiempo. El yo lírico primero, gracias al Don no veía en las cosas “la triste realidad de su apariencia”, el yo lírico de Conjuros debe hacer un esfuerzo por salvarlas, salvarnos y salvarse en ellas por medio del canto y de la mirada, porque ha visto que “lo que es la defensa, el miedo” y no la amistad, la solidaridad y la compañía.

El Ibor consta de veintisiete poemas repartidos en cuatro libros o secciones. El elemento que da unidad a la obra es el relato poético de la historia de un cambio en la vida del poeta. La  pérdida de su “don” es progresiva, se vislumbra al final de la primera sección, en la segunda se ve como algo perdido y lejano, en la tercera recobra la contemplación de la Naturaleza y en la cuarta el yo lírico ya es consciente del lado oscuro de la vida.

Este cambio en su poesía aparece reflejado en el poema:

INCIDENTE EN LO JERÓNIMOS

¡QUÉ ahora de verdad, que a mi vida
en ello! Si otros días
oísteis mi chillo en torno de este templo,
olvidadlo. ¡Que ahora no veréis a este grajo
picar el huevo ni saquear el nido!
Ya nunca merendero,
Nunca buscando el hato,
las albardas del hombre,
porque nada hubo allí sino ruin salsa.
Oídme, el soto, el aire,
Malva, cardillo, salvia, mijo, orégano,
tú, mi pareja en celo,
todos, oídme: aquello no fue nunca
mi vida. Mala huelga.
Y hoy, ¿qué cera mortal bruñe mi pico?
Mi aéreo corazón, ¿dónde aldabea
con su sangre en qué alto portalón de los cielos para que abra
el menestral del buen amor a su casa
y me diga que allí, allí está lo mío?
Ahí, dentro del tiempo
con el sol del membrillo, el de septiembre.
¡Ya no lo pienso más! Adiós. Ya pronto
Entro por el ventano
Y qué bien va mi vuelo por la bóveda
de la niñez, airoso
como sobre la plaza a media tarde
……………………………………………………
¡Niños, venid, atadme,
Prefiero que me atéis los pies con vuestro
cordel azul de la pureza! Quieto,
quisiera estar en paz por un momento.
Llegaré. Llegaré. Ahí está mi vida,
ahí está el altar, ahí brilla mi pueblo.
Un poco más. Ya casi…
Tú buen aliento, sigue
Un poco más, alicas,
Corazón, sólo un poco…
Así, así…Ya, ya…¡Qué mala suerte!
¡Ya por tan poco! Un grajo aquí, ya en tierra.

III ALIANZA Y CONDENA

El libro presenta una cara positiva (asociado Al vitalismo de su mujer y a la nostalgia de los paisajes y amigos de la infancia y adolescencia) y otra negativa que tiene sus raíces en algunas circunstancias personales del poeta, (situación que refleja en el poema  Herida en cuatro tiempos), y  en la triste realidad de España. Es un libro fruto de su contacto con una realidad nueva y desconocida y de la añoranza de los paisajes y lugares asociado a su infancia y adolescencia          
En la correspondencia con Vicente Aleixandre, Claudio distingue dos tipos de poemas “malditos” y “susurrados” que son reflejo de los dos polos opuestos que orientan su vida y su poesía estos años, esto es, el conocimiento de las máscaras y engaños que ocultan la vida y la contemplación de todo aquello que le salva, aquello en lo que late la inocencia, a la llaneza y la niñez.
Es un libro formado por cuatro libros o secciones unidas por el proceso espiritual e interior del poeta, que va desde la búsqueda del conocimiento a la exaltación de la inocencia y de la hospitalidad.
Cada sección tiene un tono y unos temas dominantes.
Es un libro fruto de su contacto con una realidad nueva y desconocida y de la añoranza de los paisajes y lugares asociado a su infancia y adolescencia. En la primera sección aparece el poema
Brujas a mediodía, apunta hacia el conocimiento

BRUJAS A MEDIODÍA
 (Hacia el conocimiento)

"No son cosas de viejas
ni de agujas sin ojo o alfileres          
sin cabeza. No salta,
como sal en la lumbre, este sencillo
sortilegio, este viejo  
maleficio. Ni hisopo   
para rociar ni vela     
de cera virgen necesita. Cada           
forma de vida tiene   
un punto de cocción, un meteoro    
de burbujas. Allí, donde el sorteo
de los sentidos busca
propiedad, allí, donde           
se cuaja el ser, en ese
vivo estambre, se aloja         
la hechicería. No es tan sólo el cuerpo,        
con su leyenda de torpeza, lo que    
nos engaña: en la misma      
constitución de la materia, en tanta
claridad que es estafa,
guiños, mejunjes, trémulo    
carmín, nos trastornan. Y huele       
a toca negra y aceitosa, a pura         
bruja este mediodía de septiembre 
y en los pliegues del aire,     
en los altares del espacio hay vicios 
enterrados, lugares   
donde se compra juventud, siniestras         
recetas para amores. Y en la tensa   
maduración del día, no unos labios  
sino secas encías,
nos chupan de la sangre       
el rezo y la blasfemia,
el recuerdo, el olvido,
todo aquello que fue sosiego o fiebre…
……
En la segunda sección entra en contacto con las cosas sencillas y elementales (la espuma, el viento, la primavera, el gorrión la lluvia…) renuevan y dan quietud, son modelo de entrega para el poeta.

VIENTO DE PRIMAVERA
…………………………
nos ventea la ropa,
nos orea el trabajo,
barre la casa, engrasa nuestras puertas
duras de oscura cerrazón, las abre
a no sé qué hospitalidad hermosa
y nos desborda y, aunque
nunca nos demos cuenta
de tanta juventud, de lleno en lleno
nos arrasa…

Ciudad de la meseta, por el contrario, es un poema que expresa el sentido negativo de la vida

…Estás cansada
Y yo te amo. Es la hora. ¿Nuestra carne
será la recompensa, la metralla
que justifique tanta lucha pura
sin vencedores ni vencidos? Calla,
que yo te amo. Es la hora. Entra ya un trémulo
albor. Nunca fue tan temprana.

La sección cuarta es el momento culminante de Claudio Rodríguez por encima de las tensiones de Alianza y Condena, que refleja en dos Odas: Oda a la niñez y Oda a la Hospitalidad.


IV EL VUELO DE LA CELEBRACIÓN

Abre el libro el poema Herida en cuatro tiempos, reflejo de su triste situación personal, pero lo más característico de esta etapa el descubrimiento del erotismo, que se manifiesta en la sección IV de este libro. El erotismo, el amor carnal, significan para Claudio la vuelta a la inocencia, lo que da lugar a un nuevo canto. Se canta, se celebra desde la alegría y el dolor, desde la serenidad, desde la angustia. Se trata de celebrar el hecho de estar viviendo aquí, en la tierra, con todas sus consecuencias.
El libro se divide en cinco secciones que suponen una ascensión hacia la luz y el canto. La primera sección la abre el poema Herida en cuatro tiempos que surge del dolor del mundo y de la muerte de seres queridos. La segunda consta de ocho poemas que contrarrestan la visión desoladora de la sección anterior, en cada poema el poeta presenta una cosa sencilla y natural, la arena, el viento, el perro de un poeta…los personifica atribuyéndoles rasgos humanos. La sección tercera contiene nueve poemas de nuevo ascendentes Hacia la luz. .En la sección IV el ascenso pasa a ser más firme. Gracias a la amada se hace conocimiento y de alguna manera el poeta vuelve a la inocencia. Aparece la amada como imprescindible para que el poeta pueda oír “su canto interior”. La sección V está formada por un único poema Elegía desde Simancas en que la palabra del poeta alcanza su más alto vuelo…

EL VUELO DE LA CELEBRACIÓN 



Comentarios

Entradas populares de este blog

LOS EDUARDIANOS

GENTE NORMAL

Nostalgia de otro mundo