TIERRA VIOLENTA

 

SIPNOSIS
En una Salamanca provinciana y lúgubre, un puñado de personajes insatisfechos con su vida buscan algo o a alguien que los saque de su mediocridad, aun a riesgo de convertirse en seres atroces: cabreros que en un intento de ganarse mejor la vida se convierten en matones a sueldo, matrimonios fracasados que echan mano de la violencia como válvula de escape, comunidades de vecinos gobernadas por odios ancestrales, neonazis que se ceban en indigentes, curas capaces de recurrir a lo más vil para ocultar sus debilidades… Hasta que, de repente, como un castigo bíblico, una imparable tromba de agua transforma el paisaje urbano, arrasándolo sin piedad, y arrastra a la población a situaciones límite que exacerban sus peores instintos.

 SOBRE EL AUTOR
Luciano González Egido . Es un ensayista, poeta y narrador español. Su labor como novelista ha sido reconocida con el Premio de la Crítica (1995, por su novela El corazón inmóvil), el Premio de la Crítica de Castilla y León (2003, por su novela La piel del tiempo) y el Premio Castilla y León de las Letras (2004, al conjunto de su carrera literaria y ensayística)



ENTREVISTAS


Esteban Ordóñez Madrid , 18/01/2017

Al escritor y periodista Luciano G. Egido  (Salamanca, 1928) se le empieza a cansar la vista ahora, a los 88 años. La mirada, vivísima, le vibra, sin embargo. Es el órgano el que flaquea, el que no está a la altura. “Antes podía escribir ocho horas al día, ahora como mucho dos o tres porque me molestan los ojos, me duelen, veo cosas raras, es una cosa neuronal: en los alrededores de la vista aparecen ramas, miro las superficies blancas y salen manchas, y luego una especie de espirales, como en un cuadro de Van Gogh, y a veces, un señor a mi lado, pero miro y no hay nadie”. Egido ríe, apiadándose de los achaques de la edad. Cuesta resistirse y no sucumbir al realismo mágico para adornar este texto. Decir, por ejemplo, que, ante la debilidad de los globos oculares, la imaginación y la memoria se atreven a conquistar, por fin, un sentido que siempre consideraron suyo. La literatura, el arte, la historia vital adquieren carnalidad: la novela se hace plena, se fusiona (o reconcilia) con el hombre. Un final redondo. Pero Egido no cae en magias fáciles: “Son cosas de la vista cansada. García Márquez se quejaba de la mala influencia del ordenador en la literatura; cuando se escribía a mano te costaba más rehacer, pero ahora borras sin más problemas, y eso hace que estés más horas”...



LA CRÍTICA

Tierra violenta, cuyo título y algunas situaciones están tomados de la Biblia, es una obra proteica por su texto fragmentado en secuencias con múltiples episodios de aparente autonomía pero conectados entre sí y también por su complejo simbolismo. Está compuesta de tres partes, con predominio de algunos temas en cada una y calculada gradación climática en su intensidad creciente. En un clima de violencia generalizada, que se mantiene y acrecienta en toda la novela, el odio impregna la primera parte como alimento de las más primitivas pasiones humanas. En la segunda se pasa de la violencia humana y social a la violencia de la naturaleza desatada en la lluvia que empieza a inundar la ciudad de Salamanca y, en consecuencia, el odio deriva en pánico. Y en la tercera, mucho más breve, se impone el terror ante la muerte segura en aquel mar de cadáveres desencadenado por la catástrofe, de la cual solo parece salvarse una cigüeña solitaria que planea sobre la ciudad sumergida.



Salamanca como referente simbólicoLa urbe del siglo XXI en Tierra Violenta de Luciano G. Egido










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