ABSOLUCIÓN

 

SIPNOISIS

Tricia es una joven recién casada con un prometedor abogado que trabaja para la Armada estadounidense. Charlene es una entregada ama de casa con tres hijos, tan guapa como intimidante. En el Saigón de 1963, las dos forjan una frágil alianza mientras tratan de compaginar los roles que les han asignado con sus propios deseos y convicciones. Varias décadas después, la hija de Charlene retoma el contacto con Tricia y juntas rememoran esa época crucial de sus vidas: las ansias de maternidad de Tricia y los esfuerzos de Charlene para mejorar las condiciones de los orfanatos en Saigón.

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SOBRE LA AUTORA

Alice McDermott (Brooklyn, Nueva York, 1953) es una de las autoras literarias más prestigiosas de su país. Ha publicado las novelas A Bigamist’s Daughter (1982), Aquella noche (1987, finalista del National Book Award y del premio Pulitzer), En Bodas y entierros (1992, finalista del premio Pulitzer), Un hombre con encanto (1998, ganadora del National Book Award), Child of My Heart (2002), After This (2006, finalista del premio Pulitzer), Alguien (2013; Libros del Asteroide, 2015), La novena hora (2017; Libros del Asteroide, 2018) y Absolución (2023; Libros del Asteroide, 2024)

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PRESENTACIÓN DEL LIBRO



ENTREVISTAS

Alice Mc Dermott y Amor Towles


LA CRÍTICA

...El uso del género epistolar da al relato un tono cercano a la confesión, en el que se entrelazan historia y ficción para expresar los pensamientos quizá ocultos de esa época, y los comportamientos que requieren una redención, alternándolos con recuerdos del pasado. Este carácter de confidencia guarda relación con el hecho de que Tricia y Charlene muestran una conciencia religiosa que les mueve a tomar decisiones y actuar: la de Tricia es de raíz católica, mientras que Charlene es protestante, y ésta suele burlarse de la moralidad, en ocasiones ingenua, de su amiga.En el libro surgen cuestiones relacionadas con la política, la guerra y la situación de los vietnamitas, y además con las pasiones, las protestas, el sacrificio, el amor, la muerte, las adicciones y la espiritualidad (también oriental). A veces aparecen entreveradas en los diferentes episodios, sin perjudicar nunca la elegancia de la narración, propia de McDermott. De fondo, en las cartas se percibe un deseo de cambio pero que apenas queda formulado, debido a que las circunstancias no siempre lo facilitaron, tal y como lo expresa la hija de Charlene: “De una cosa estábamos seguros al mirar hacia el futuro: no queríamos vivir la misma vida que nuestros padres. Y entonces la vivimos”

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Complicidad femenina

Cristina Ros

También está la complicidad atenta y silenciosa de las sirvientas vietnamitas, mujeres que no dominan el inglés (o eso fingen), pero entienden el lenguaje no verbal y, sobre todo, entienden el espacio que ocupan las mujeres. Desde las diferencias entre ellas y sus respectivas señoras –de clase, pero también de cultura y de religión, por mucho que las camuflen bajo una domesticidad irreprochable–, se establece una alianza, en la que no obstante las vietnamitas nunca dejan de ser piezas subordinadas. Sin ser el motivo principal de la novela, el conflicto armado, el desamparo, la discriminación y los prejuicios palpitan a lo largo de las páginas. Es importante precisar que la autora no escribe sobre Vietnam, sino que se sirve de un contexto muy concreto –desconocido, temporal, incierto y amenazante para ese subgrupo privilegiado de las esposas– para precipitar los hechos. Es lo que hacen los novelistas: enmascarar los temas que quieren tratar en marcos que les permiten potenciarlos, llevar a los personajes al límite.

Territorio poco explorado

En lo que se dice y lo que se calla, en los contrastes y las pruebas, la autora se adentra en ese territorio poco explorado (por poco valorado) de la vida interior de las esposas de esa generación. Su gran virtud es narrar los cambios sin transformar de manera radical a Tricia, que sigue siendo una joven modosa, consciente de las limitaciones de sus acciones, del sesgo del estadounidense blanco que subyace en ellas. Aquí no hay gritos ni feministas avant-la-lettre, sino mujeres que actúan en la medida que pueden. Ninguna vida carece de interés cuando se sabe narrarla, y a McDermott le sobra oficio. En la segunda parte, cede la voz narradora a la Rainey adulta, una puesta al día de lo que ocurrió con su madre de vuelta en Estados Unidos, con las secuelas inevitables. «Supongo que todo esto […] es mi modo de buscar una reparación» (p. 85), reflexiona Tricia en un momento dado.

McDermott, con la elegancia y la calidez que la definen, nos sumerge en una gran novela sobre la amistad entre mujeres, sobre la maternidad, sobre ese rico «mundo de interiores femenino» de la alta sociedad, de los espacios en los que nadie se fija y que ella engrandece con la sutileza que solo posee una veterana, de las letras pero sobre todo de la vida. Ya lo demostró en Alguien (2013) y La novena hora (2017; Prix Fémina étranger): son los personajes a priori sencillos, secundarios de su propia existencia, los que, a través de sus relaciones, dan forma a una novela de hondo calado al tiempo que esbozan un fresco social de su tiempo. Con Absolución, da un paso más: es la culminación de una carrera, la cúspide, la novela que McDermott estaba llamada a escribir. Sí, por qué no decirlo: una obra maestra.

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