CÁSCARA DE NUEZ

SIPNOSIS
Trudy mantiene una relación adúltera con Claude, hermano de su marido John. Éste, poeta y editor de poesía, es un soñador depresivo con tendencia a la obesidad cuyo matrimonio se está desintegrando. Claude es más pragmático y trabaja en negocios inmobiliarios. La pareja de amantes concibe un plan: asesinar a John envenenándolo. El motivo: una mansión georgiana valorada en unos ocho millones de libras que, si John muere, heredará Trudy. Pero resulta que hay un testigo de esta maquinación criminal: el feto que Trudy lleva en sus entrañas. Y en una pirueta de triple salto mortal que parece imposible de sostener pero le sale redonda, McEwan convierte al feto –al que todavía no han puesto nombre porque no ha nacido– en el narrador de la novela, desde la primera página hasta la última .Lo que sigue es una mezcla genial de comedia negra, trama detectivesca y astuta reescritura intrauterina de un gran clásico, por cuyas páginas asoman también una joven poetisa amante de John y una bregada inspectora de policía. Pero además de observar desde primera fila los preparativos del asesinato de su padre a manos de su madre, el feto filosofa sobre el mundo y la vida, lanza preguntas incómodas y se lo cuestiona todo, mientras las copas de vino –y alguna bebida de más graduación– que bebe su madre tienen efectos mareantes sobre él.

Jugando con un narrador inaudito, Ian McEwan plantea un audaz experimento literario que es un auténtico tour de force sólo al alcance de un escritor superdotado. Y el resultado es una novela redonda que avanza con el palpitante ritmo de un thriller, trufada del mejor humor británico.

SOBRE EL AUTOR


Ian McEwan (Aldershot, Reino Unido, 1948) se licen­ció en literatura inglesa en la Universidad de Sussex y es uno de los miembros más destacados de su muy brillante generación. En Anagrama se han publicado sus dos libros de relatos, Primer amor, últimos ritos (Premio Somerset Maugham) y Entre las sábanas, así como las novelas El placer del viajero, Niños en el tiempo (Premio Whitbread y Premio Fémina), El ino­cente, Los perros negros, En las nubes, Amor perdu­rable, Amsterdam (Premio Booker), Expiación (que obtuvo, entre otros premios, el WH Smith Literary Award, el People’s Booker y el Commonwealth Eura­sia), Sábado (Premio James Tait Black), Chesil Beach (National Book Award), Solar (Premio Wodehouse), Operación Dulce y La ley del menor. McEwan fue también galardonado con el Premio Shakespeare.
Declaración sobe el Brexit
Mis comentarios en una conferencia de prensa en Barcelona esta semana han sido algo confusos por la traducción al catalán y al español. No creo por un momento que los que votaron por abandonar la UE o sus representantes se parezcan a los nazis. Nuestro gobierno ni siquiera se parece débilmente al Tercer Reich. Tampoco creo que el proceso de votación en sí fuera otra cosa que una representación exacta del pensamiento actual. Sin embargo, dije a los periodistas reunidos que la frase "enemigos del pueblo" era una asociada con Robespierre y por lo tanto llevaba una asociación desagradable; Yo dije que el acoso por parte de la prensa de algunos jueces de la Corte Suprema era desagradable (no nazi); Creo que el tono general de los que dirigen el proceso Brexit se ha vuelto intolerante a la disidencia y que casi la mitad de los que votaron para quedarse han sido decepcionados por sus representantes parlamentarios, que parecen haber sido intimidados en silencio. (Excepciones honorables han sido Kenneth Clark y Michael Heseltine). De hecho invocé el plebiscito alemán de 1935 por ese aspecto intimidatorio, pero no porque crean que los Brexiters han descendido al fascismo. De hecho, dije que deseaba vivir en una democracia parlamentaria más que en un país preparado para rebajar la totalidad de su vida pública sobre el estrecho resultado de un referéndum, otro nombre para una encuesta de opinión. Los euroescépticos nunca aceptaron el resultado de la última vez que nuestra adhesión a la UE fue sometida a un voto popular y han luchado durante décadas por marcharse. En una democracia que siempre fue su derecho. De ello se desprende que es el derecho de los que hemos votado a seguir hablando por lo que creemos que es en el mejor interés de nuestro país y no dejarnos intimidar en el silencio.
Ian McEwan
13 de marzo 2017

LA CRÍTICA

Un drama con retranca
El escritor británico Ian McEwan ilumina con humor sus extraordinarias marañas éticas en 'Cáscara de nuez', una sombría historia de adulterio y falsedad
Es muy posible que McEwan sea el autor más en forma de la mítica generación Granta. Swift o Coe son grandes pero han perdido relevancia; y Amis y Barnes son gigantes pero más irregulares. McEwan, que es capaz de exhibir la desenvoltura de un narrador que no escribe desde el confort de la renta del prestigio, sino desde la ilusión en apariencia primeriza que le insufla el mero reto narrativo, es sinónimo de consistencia. Un maestro con vocación de aprendiz. No pretende estar de vuelta de nada y siempre crece, sorprende y deslumbra. Cáscara de nuez, en traducción magnífica, parece un ejercicio de estilo con forma de thriller, algún apetitoso escarceo metaficcional y un punto de vista provocador, pero es otra indiscutible lección de literatura. Un escalofriante vodevil metafísico, un drama con retranca (y varias dosis de etilenglicol y de desazón de un maduro varón europeo llamado Ian y disfrazado de feto), el discurso de un nonato redicho acerca de la condición humana, del mundo y de su derrotero a partir del pretexto de un burdo asesinato. Mirar la vida desde su antesala conduce a ver la muerte inevitable, física o moral. Y parece que ya atormenta pensar la vida antes de vivirla, adivinar que el delito mayor del hombre es haber nacido. Nueva lectura irónica de lo ominoso y un regreso cómplice y burlesco a sus primeros relatos, macabros y claustrofóbicos. Inteligencia imprescindible


SIDDHARTHA MUKHERJEE
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¿Hay otro escritor vivo capaz de llevar a buen puerto un argumento como este? En Cáscara de nuez nos vemos enfrentados a un narrador extraordinariamente fiable. El hijo no nacido conoce hasta el último detalle del futuro asesino de su padre; el batido regado con etilenglicol de una tienda de la calle Judd que sofocará a John con su veneno pegajoso; el guante infestado de arañas utilizado para explicar la ausencia de huellas digitales en la botella; Las cámaras de seguridad repartidas por todo Londres, que captarán la conspiración en curso.A decir verdad, ni siquiera el imperturbable testigo conserva siempre intacto su buen juicio. Es tan frecuente que lleve una curda -en el tercer trimestre, Trudy bebe por dos- que, a la tierna edad de treinta y pico semanas, distingue la euforia acre y herbácea de un Sauvignon del sosiego, mezcla de cuero y tabaco, del Pomerol corriendo por las venas de la placenta. Pero, cuando está sobrio, aprende a componer una imagen del mundo a través de sus vistas atenuadas y sus sonidos sincopados; inventa su propia borrosa cámara de seguridad amniótica. La sabrosa subida de las hormonas de su madre le cuenta una malévola historia de la que solo él está al tanto



Los libros: Cáscara de nuez



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